Aún no se habían inventado los alcoholímetros, pero en 1897 el primer detenido por conducir borracho de la historia fue un taxista inglés

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El alcoholímetro se inventó hace 70 años, comenzándose a usar en la década de los 50. Pero el primer caso registrado de un conductor ebrio al volante se dio muchísimo antes: hace casi 130 años concretamente.

Lo curioso, además, es que lo hizo a los mandos de un taxi eléctrico. Sí, un taxi eléctrico en 1897, cuando los autos aún parecían carruajes. Como llamativa fue también la bajísima sanción que le impusieron por cometer esta entonces inédita infracción.

La primera multa por conducir borracho: 20 chelines. Hoy puede llegar a las 2.500 libras

El conductor en cuestión fue George Smith, un taxista londinense de 25 años. El 10 de septiembre de 1897, a los mandos de uno de los taxis experimentales de la London Electrical Cab Company, se estampó contra un edificio en New Bond Street.

Tras el accidente, fue arrestado por la policía. Smith admitió que estaba conduciendo bajo los efectos del alcohol, lo que se entendió como causa. El Tribunal de Policía de Marlborough Street le impuso una multa de 20 chelines.

Por poner esta cantidad en contexto, un chelín equivalía a la vigésima parte de una libra esterlina. Hoy hablaríamos de una libra en total y por tanto poco más de un euro al cambio actual. Quizá fue demasiado baja incluso para la época. Actualmente en España la sanción mínima por conducir ebrio es de 500 euros y puede llegar hasta a ser delito, según la cantidad. En Reino Unido puede ser hasta de 2.500 libras y también implicar penas de prisión o retirada del carnet.

Por desgracia la gente se sigue poniendo borracha al volante. A pesar de que Reino Unido es uno de los países europeos con la sanción más cara por circular ebrio, en 2021 se registraron 240 accidentes mortales por conducir bajo los efectos del alcohol. Cada año, según el datos del Departamento de Transporte británico, fallecen una media de 200 personas en siniestros de tráfico por este motivo.

¿Un taxi eléctrico hace más de un siglo? Smith fue uno de los 12 taxistas escogidos para prestar servicio con los taxis eléctricos de la London Electrical Cab Company de Walter C. Bersey. En concreto, en el momento de su detención, este precoz conductor ebrio al volante lleva 22 días recogiendo y llevando pasajeros en este London Cab cero emisiones.

Estos taxis eléctricos a los que se les llamaba colibríes por el estridente sonido de su motor, duraron más bien poco en las calles de Londres: estuvieron en activo sólo dos años, de 1897 a 1899. Y es que no fueron precisamente rentables.

¿El motivo? Su tremendo peso. Si ya hoy un eléctrico adolece de ello por la batería, imagina en pleno siglo XIX: sumaba nada menos que 711 kilos al peso total de estos taxis, en los que se desgastaban rápidamente los neumáticos o incluso reventaban las llantas de madera. Sólo el primer año en el que estuvieron en funcionamiento, hicieron un agujero de 6.200 libras.

Del camine en línea recta al primer alcoholímetro. Dado que Smith fue el primer automovilista borracho, se entiende que los agentes lo apreciaron por pura sintomatología o quizá por el olor que debía desprender al bajar del taxi estampado.

Y es que tras este primer caso, en el siglo XIX los agentes determinaban la ebriedad evaluando por ejemplo el equilibrio, la coordinación o el movimiento ocular. Es decir, si sus capacidades físicas estaban mermadas. Esto obviamente podía ser muy subjetivo.

Ya en las primeras décadas del siglo XX se evolucionó a los análisis de alcohol en sangre, pero no se hacían pruebas in situLo más cercano al alcoholímetro fue la ‘prueba del globo’ desarrollada por Rolla N. Harger, un bioquímico de la Universidad de Indiana. El problema es que los resultados eran poco precisos y además sólo un médico podía practicar este embrionario test.

En los años 50, por fin llegó el primer alcoholímetro: en 1954, el norteamericano Robert F. Borkenstein inventó el primer test fiable. Borkenstein, fotógrafo criminólogo, dio con la clave con un dispositivo portátil basado en una prueba química para calcular la cantidad de alcohol en sangre.

Al conductor se le hacía soplar por un pequeño tubo y el aliento llegaba a una ampolla que contenía una disolución de ácido sulfúrico (50 %), dicromato de potasio (0,25 %) y nitrato de plata (0,25 %) como catalizador. El resultado lo daban dos fotocélulas, que cambiaban de color según la concentración de alcohol en sangre. El concepto es prácticamente el mismo a los actuales.

Fuente: motorpasion.com

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