El primer automóvil llegó a Venezuela en abril de 1904, menos de dos décadas después de ser patentado éste invento en Alemania y apenas ocho años después de que el primer automóvil se fabricó en EEUU. Un factor – este último – absolutamente relevante porque el primer carro llegado a ese país fue norteamericano.
Desde ese día de abril de 1904, Venezuela ha sido un país que –pese a su baja población y pequeña extensión territorial- ha recibido fervorosamente el concepto y con su diversidad geográfica tan concentrada ha ayudado mucho a la industria internacional a mejorarlo.
Lo anterior ha creado en Venezuela una historia automotriz bastante diferente a la de otros países y eso hizo que, por ejemplo, el país caribeño fuera de los primeros del mundo en aceptar el automóvil como un bien de consumo, ya en los años ’30 y ’40. La situación se acentuó en los años ’50 y ello generó la creación de la industria local de ensamble, que desde entonces se convirtió en uno de los factores económicos más importantes del país.
En los últimos años, la capacidad con la cual la demanda de automóviles y de vehículos de transporte superó a la oferta, al tiempo en que las condiciones económicas erosionaron la efectividad de todos los instrumentos de inversión, ahorro y protección contra factores como inflación, depreciación o devaluación, llevó a Venezuela a convertirse en uno de los pocos países del mundo en los que un automóvil era una inversión.
Hace una década, el retrato-robot del vehículo preferido por el automovilista venezolano era el del vehículo deportivo utilitario (SUV, por sus siglas en inglés) o el del camión pick up de tamaño estándar en configuración de doble cabina. Vehículos que entonces se cotizaban en torno a 60.000 dólares, dependiendo de la marca, modelo y capacidad. Un valor al cual se le podía añadirse una “re-preciación” a causa del fenómeno que entonces convirtió al automóvil en inversión y en instrumento de protección económica individual por excelencia. Eso, en otras palabras, significó que por varios años en Venezuela el precio de un carro usado (entendiéndolo como un bien disponible para entrega inmediata) era superior al de ese mismo carro nuevo (cuyo precio de lista obviamente no reflejaba el impacto de coimas, comisiones y demás mecanismos de sobreprecios tradicionales en los mercados en los que la demanda supera la oferta).
Todo lo anterior viene a cuento porque un lector de esta publicación nos comentó estar ofreciendo en venta sus dos vehículos, ambos adquiridos en 2008 a un valor de 60.000 dólares (convertidos al cambio en bolívares de la época); un Jeep Grand Cherokee Limited de tipo WK y un pick up Ford F-100 FX4 Limited. El primero se está ofreciendo, con unos 70.000kms recorridos, en 5.000 dólares y el segundo, con 140.000kms, en 7.000 dólares, que incluyen algunos accesorios “after market” como una barra antivuelco, ruedas y cauchos más vistosos, estribos, etc. Eso significa que en una década, estos vehículos han perdido en torno al 90% de su valor.
La erosión de los precios en el mercado de autos usados está afectando notablemente la cotización de vehículos utilitarios como Fiat Uno, Hyundai Accent, Ford Festiva, Chevrolet Corsa, Renault Twingo o similares, que con diez o doce años de edad (y un recorrido promedio de 25.000kms/año) cambian de manos por precios en torno a 500-800 dólares, en vista de la inminente necesidad de realizar gastos relevantes en reconstrucciones mecánicas, pintura y similares, con repuestos que en la mayoría de los casos no se consiguen, o son de mala calidad.
En vehículos que no pertenezcan al mercado cotidiano de repuestos y que por ende ofrezcan más dificultades a la hora de requerir repuestos y servicios, la depreciación es mucho mayor.
“Es increíble, pero en Venezuela hoy un vehículo de diez años de edad puede acumular una depreciación de hasta el 90% de su valor original, a pesar de la híper inflación” nos comentó un especialista en la compra-venta de vehículos usados.
El antiguo recurso de adquirir carros susceptibles de ser reparados para luego ser revendidos, tan empleado en talleres y empresas del ramo, está dejando de ser rentable “salvo que te den el carro por un valor muy residual”. El dueño de un negocio de este tipo que no quiso ser identificado nos relató “adquirí un Ford Fiesta de esos que llaman `balita`(N.d.R del año 2002) por 500 dólares. El carro estaba bien mecánicamente, pero tenía un choque lateral que requería enderezar el paral (poste B), reparar una puerta y reemplazar otra, pintar y arreglar detalles. El precio de los repuestos fue parecido al valor pagado por el carro, sin contar con la mano de obra y el costo de los materiales para pintarlo. Pero no tengo a cambio un carro que pueda vender por mil dólares, empezando porque ahora debo cambiarle dos cauchos y hacerle los frenos”.
Hay una significativa diferencia en el precio de un carro con diez o doce años de edad en la medida en que éste esté operativo. “Si es necesario cambiar los cauchos, montar una batería o revisar los filtros, ya el valor cambia. Si no los tiene, es mucho peor, pero infortunadamente cada vez es más frecuente ver en las calles de las ciudades y en los estacionamientos de viviendas residenciales carros que no están operativos porque fueron levemente chocados, o porque les robaron las ruedas, o porque no tienen baterías”.
Urbanizaciones capitalinas como La California Sur, Manzanares, Prados del Este, El Paraíso, o similares “ofrecen abundantes ejemplos de carros que estaban en buen uso, pero están detenidos por falta de repuestos, porque les robaron los cauchos, o porque sufrieron un pequeño accidente que no se puede reparar por falta de recambios o de presupuesto. Lo peor es que nadie los quiere para negocio, porque salvo sean muy baratos, el precio de la reparación y el esfuerzo en buscar las piezas supera con mucho el valor del carro, o lo que se puede obtener por él”.
Las principales víctimas de la depreciación son los carros de “modelo reciente” que incorporan tecnología reciente de tipo `usar-y-tirar` como inyectores monopunto, computadoras de gestión, sensores MAF, sensores IAC, cables con bobinas de encendido individual, frenos ABS y similares. “Son cosas que si se dañan, debes cambiarlas… no puedes reparar un sensor roto, ni una bomba de frenos sellada, ni un brazo de suspensión delantera” añade nuestra referencia.
Los carros más antiguos, con tecnología vieja “pueden soportar mejor el tiempo y pueden admitir reparaciones o reconstrucciones que los mantengan funcionando aunque sean menos eficientes”.
“El mercado del carro usado es muy raro hoy” nos reseña la fuente, que insiste en que “el precio de un vehículo en Venezuela hoy está dado más que todo por su condición de operatividad y su capacidad de funcionar con pocas averías y con pocos gastos de mantenimiento”.
La pérdida de valor de los automóviles y la dificultad existente en mantenerlos operativos, está impulsando un nuevo mercado. “La gente prefiere desmantelar los carros y venderlos por partes, porque les sacan más dinero”.
Fuente: flash.guiamotor.com